Ordenar
que mis peligros hablen en estos momentos es como decretar un silencio
incomodo. Dejar correr, realizarse, salir y fregar mis culpas luego, hoy lo veo
en la lejanía de un día maravilloso; común y corriente. No me creas tirano, que
a mis peligros limito su encadenada desesperación, lo que me apura es que eso
ni siquiera es ni ha sido de mi jurisdicción; un gas lacrimógeno los a apartado
del camino, emanación incontrolable, certera lanza de lo deforme, irritante,
constantemente quisquillosa, perseverante y capaz.